Por supuesto, la precaución de las joyas no sólo tienes que poseerlo al guardarlas, sino muy fundamentalmente al llevarlas.
Y sucede que no puedes llevar a cabo alguna cosa con ellas.
Esa es la maldición de las joyas más cómodas: que olvidas que las llevas, y las sometes a condiciones que no son las más especiales para algo tan especial como una joya.
- Bañarse en el mar, bañarse en la piscina, ducharse con jabón y otros productos de higiene personal.
- Realizar trabajos cursos, de peso, cogiendo cajas u elementos pesados y duros.
- Incluso rociar de manera accidental la joya cuando te echas perfume…
Todo lo mencionado son ejemplos de cosas muy corrientes que terminan por estropear nuestras joyas. Seguramente se te suceden veinte más.
No quiero decir con esto que cuando llevas una joya poseas que ir con los brazos en prominente, evadiendo que nada ni nadie te toque. Pero sí que algunas veces, los chicos movimientos marcan la distingue.
Quitarte el anillo antes de bañarte, o ponerte el perfume antes de ponerte tu collar de perlas, no te suponen ni tiempo ni esfuerzo, y le alargará la vida a tus piezas más preciadas.
Imagen de Pandora
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